¡Buenas tardes! Mi nombre es Marina Rosenberg-Korytnaya. Soy la jefa del Departamento de Apoyo a la Repatriación de la Organización Sionista Mundial. Muchas gracias por venir.

En mi trabajo, tengo que reunirme y hablar frente a diferentes personas, pero ningún público significa tanto para mí como reunirme con judíos que viven en el extranjero y que vienen a aprender más sobre Israel. ¡Y estoy orgullosa de haber sido invitada a hablar con ustedes!

Desafortunadamente, nuestra reunión tiene lugar en un momento difícil. Los eventos del 7 de octubre sumieron al mundo en la oscuridad. Estuve en esos kibutzim quemados. Es imposible transmitir con palabras lo que vi allí. Es importante entender que entre los residentes de estos kibutzim, muchos creían en la coexistencia pacífica, invitaron a residentes de Gaza a trabajar, les ayudaron a ellos y a sus familiares a recibir tratamiento en hospitales israelíes. Y estos mismos palestinos pacíficos, que trabajaban para ellos, visitaban sus hogares, aceptaban regalos, el 7 de octubre vinieron a matar, violar, tomar rehenes, incluyendo bebés y ancianos, junto con otros terroristas.

Durante dos meses, nuestro país ha estado librando una guerra sin compromisos con HAMAS, que ha convertido la Franja de Gaza en un gran campamento terrorista. Y todo este tiempo, Israel ha sido sometido a una presión sin precedentes por parte de la ONU, gobiernos y organizaciones internacionales, exigiendo que dejemos a los asesinos sin castigo. Estamos presenciando un aumento del antisemitismo en universidades en los EE. UU. y muchos países europeos. Hoy, músicos famosos, actores y profesores universitarios se levantan como defensores de HAMAS.

¿Qué nos dice esto? Nos dice que el antisemitismo no ha desaparecido en ningún lado. Solo estaba contenido por tabúes culturales y normas de decencia. Los eventos del 7 de octubre lo dejaron salir, y para nosotros, lo que está sucediendo se ha convertido en otro recordatorio de que la violencia y el odio han sido parte de la condición judía durante muchos siglos.

En estos días, el mundo judío celebra Janucá. Janucá para la mayoría de los judíos modernos siempre ha sido una alegre fiesta de autoafirmación y orgullo de pertenecer a su pueblo.

Pero este año, la festividad está ensombrecida por los terribles eventos del 7 de octubre, privando a muchos de paz y un sentido de alegría. Celebrar Janucá este año no puede separarse de la guerra y el aumento del antisemitismo.

Janucá se celebra en honor a la victoria de los antiguos guerreros judíos y el milagro divino que permitió que una gota de aceite ardiera en la menorá del templo liberado durante los 8 días. Por eso, Janucá se llama la fiesta de las luces, la fiesta de la liberación.

Aceptando el dolor y la pérdida, creemos que Israel ganará y el pueblo judío se mantendrá firme. Hoy, más que nunca, la Aliá es importante: es la base para el futuro de Israel y la seguridad de los judíos.

Si en el pasado el pueblo judío necesitaba su propio estado, ¡hoy el estado judío necesita a su pueblo!

La Ley del Retorno no es solo la base del sionismo, sino también una expresión de nuestro derecho histórico a Eretz Israel.

La Ley del Retorno reconoce el derecho a la repatriación de los judíos y sus cónyuges, hijos y nietos. Unos veinticuatro millones de personas pueden aprovechar este derecho.

Esta Feria de Aliá les permitirá aprender más sobre Israel, quizás dar otro paso hacia él. Recuerden, los consideramos a todos ustedes israelíes, solo viviendo en una dirección diferente por ahora.

¡Una vez más, felicito a todos por Janucá, nuestra fiesta común, y recuerden que después de la oscuridad viene la luz!