Regreso a casa: cómo el Departamento de Apoyo a la Repatriación cambia destinos
El 21 de marzo, Buenos Aires estalló de emoción: la estrella pop israelí Noa Kirel se reunió con la juventud judía de Argentina. Cientos de jóvenes, estudiantes de clases de hebreo del Departamento de Promoción de Aliá de la OSM, no querían dejar ir a la talentosa cantante, le hacían preguntas, aprendían nuevas palabras con ella. La sala vibraba de entusiasmo — para los participantes del encuentro, esto no era solo una reunión, sino un puente entre ellos e Israel. Ese mismo mes, se abrieron ulpanim para médicos en el Reino Unido y Brasil, y en los EE. UU., miles de personas participaron en un maratón en línea en apoyo al Estado Judío, con la participación de destacados artistas, músicos e incluso el Rabino del Muro de los Lamentos. Estos no son eventos aislados — es el trabajo del Departamento de Promoción de Aliá de la Organización Sionista Mundial. Detrás de cada uno de ellos hay personas que devuelven el pulso al sionismo, acercando Israel a miles de judíos en todo el mundo.

Hace diez años, en octubre de 2015, en el 37º Congreso en Jerusalén, nació una idea: crear una estructura que insuflara nueva vida a la repatriación. La ola de aliá de los 90, cuando un millón de personas de la ex URSS inundaron Israel, quedó en el pasado. Los participantes del Congreso, líderes judíos de todo el mundo, entendieron: la globalización había difuminado las fronteras, y el sueño sionista — reunir a los judíos en su tierra — había perdido su agudeza para algunos. Pero la conexión con Israel sigue viva: incluso aquellos que no están listos para hacer las maletas, la sienten como sus raíces, su fuerza. Internet cambió las reglas del juego: las redes sociales se volvieron más poderosas que los medios de comunicación, y el Departamento tuvo que buscar nuevos caminos — no esperar a que los judíos vinieran por sí mismos, sino ir hacia ellos, despertar su interés, mostrar que Israel los espera. Así comenzó esta historia.
Hoy, los números hablan más fuerte que las palabras: 3350 clases de hebreo, 52 mil estudiantes — desde Francia hasta Sudáfrica, desde Canadá hasta Uruguay. Hace diez años, eran cero. ¿Por qué? Nada une más que un lenguaje común. Inscribirse en una clase de hebreo es una especie de indicador del movimiento hacia Israel. Las personas que comienzan a aprender hebreo quieren saber más sobre el estado judío, se interesan por las noticias, «prueban» y discuten la idea de la repatriación, se oponen más activamente a los ataques contra Israel. Los repatriados que llegan con una base de hebreo se integran más rápidamente en la sociedad, encuentran trabajo, construyen un futuro. Esto no es teoría — es un hecho.
Los ulpanim del Departamento no solo enseñan el idioma — encienden chispas. El maratón de Zoom «Juntos con Israel: el camino a casa» reunió a miles de participantes, que preguntaban: «¿Dónde trabajaré? ¿Cómo organizaré a los niños?». Las ferias de aliá — desde Bélgica hasta Brasil — muestran perspectivas reales: trabajo, vivienda, educación. El proyecto «Lección abierta» trae a los ulpanim leyendas como el futbolista Moti Spiegler o la cantante Irina Kilfin — cuentan cómo Israel se convirtió en su hogar. Y «Shagririm Ivrit» — embajadores del hebreo — son ya estudiantes y estrellas que comparten historias vivas sobre el país, desde París hasta Nueva York.
También hay símbolos. En 2019, el Departamento de Promoción de Aliá, en colaboración con el Fondo Nacional Judío, plantó el bosque «Olim b’Ivrit». Cualquiera que haya estudiado hebreo en los ulpanim del Departamento puede plantar allí un árbol. Esto no es solo reforestación — es una huella que conecta a la persona con la tierra de Israel. O «Café Olé» — encuentros en línea donde los recién llegados charlan con repatriados con una «taza de café». El primero tuvo lugar en 2020, y desde entonces se ha convertido en una tradición — viva, cálida, real.
El Departamento mira hacia el futuro. El proyecto «Megamat aliá», que se puede traducir como «Tendencia – aliá», ayuda a los estudiantes de secundaria de Argentina, Francia y otros países a prepararse para las universidades israelíes incluso antes de mudarse — tomar exámenes psicométricos, planificar sus estudios. Y «Ivrit Social Club» — es para aquellos que ya conocen los fundamentos y quieren hablar sobre música, cocina o humor en hebreo, sin salir de su zona de confort.
El departamento tiene otros proyectos innovadores. Así, las investigaciones muestran: la decisión sobre la repatriación en la familia generalmente la toma la mujer. El Departamento ha desarrollado y lanzado proyectos para darles voz. El premio «Golden Golda», nombrado en honor a Golda Meir, se otorga anualmente a mujeres que impulsan a las comunidades hacia adelante. Y el programa «Geula», inspirado en la sionista Geula Cohen, prepara una nueva generación de líderes — jóvenes, decididos, creyentes en Israel. Estas no son solo palabras: estas mujeres se convierten en faros para la diáspora.
Detrás de todo este trabajo multifacético están los empleados del Departamento. Es un equipo reunido meticulosamente: iniciativa, conocedores de la situación en el terreno, listos para trabajar fuera de los moldes. Los lidera Marina Rozenberg-Koritny — la primera representante de la aliá de la URSS-CIS en tal puesto en la OSM. Su camino — de repatriada a líder — es una prueba: el sionismo vive en las acciones.
Un desafío especial para el Departamento fueron los eventos del 7 de octubre de 2023. Fue una prueba de resistencia, de la capacidad de soportar el golpe y seguir siendo un pilar para miles de personas. Cuando 7000 terroristas de HAMAS atacaron Israel, matando a 1182 personas, hiriendo a más de 4000 y secuestrando a 251 rehenes, entre las víctimas había familias de estudiantes de ulpanim extranjeros y participantes en proyectos del Departamento. La alarma, el miedo, el dolor — estas emociones abrumaron a todos, desde los kibutz cerca de Gaza hasta la diáspora al otro lado del océano. En cuestión de horas, se estableció un cuartel de emergencia, se activaron líneas directas — se estableció comunicación con todos los que estudian, enseñan o trabajan con el Departamento en todo el mundo. Información sobre familiares, ayuda a los evacuados, palabras de apoyo a través de miles de kilómetros — todo esto demostró: la distancia no es un obstáculo para la cohesión. Los programas educativos se reajustaron sobre la marcha: el hebreo se enriqueció con palabras como «refugio antiaéreo» (miklat), «guerra» (miljama), «reservista» (miluimnik) — para que los estudiantes entendieran lo que estaba sucediendo, de primera mano, y no a través de los espejos distorsionados de los medios extranjeros. Fue una prueba no solo organizativa, sino también moral: ¿cómo convencer a los judíos de la diáspora de que Israel es su hogar, incluso cuando vuelan cohetes? La respuesta vino en acción — en el apoyo, en que el Departamento no solo resistió, sino que se fortaleció.
Hace diez años todo comenzó desde cero. Hoy es una poderosa red que se basa en tres pilares: inspiración para la repatriación, despertar el interés por el hebreo, fortalecer la conexión de la diáspora con Israel. El Departamento no espera a que los judíos toquen a su puerta — va hacia ellos, incluso a aquellos fuera de las comunidades, especialmente a los jóvenes. Los resultados son impresionantes: miles regresan, decenas de miles aprenden el idioma, cada vez más personas sienten la conexión con Israel.
«Más de la mitad de los judíos todavía viven fuera de Israel,» subraya Marina Rozenberg-Koritny. — Antes, el pueblo judío necesitaba su propio país. Hoy, el estado judío necesita a su pueblo. La repatriación no es solo una mudanza, es un regreso a casa. Y hacemos todo para que este camino se convierta en realidad.»