Cuando la objetividad se convierte en una amenaza: cómo la ONU se deshace de los empleados sospechosos de simpatizar con Israel
La ONU se posiciona como una organización internacional que defiende los principios de justicia e igualdad. Sin embargo, en la realidad, una mirada objetiva al conflicto árabe-israelí y, más aún, las sospechas de simpatía hacia Israel a menudo se convierten en motivo de persecución y despido de empleados. A través de dos casos, se hace evidente que la ONU no tolera a aquellos que se niegan a jugar a favor de la narrativa antiisraelí.
Caso 1: Sarah Muscroft — despedida por condenar al «Yihad Islámica»
En agosto de 2022, Sarah Muscroft, jefa de la oficina de la ONU para la Coordinación de Asuntos Humanitarios en Palestina, condenó abiertamente las acciones de los militantes del grupo «Yihad Islámica». En su declaración en Twitter, calificó los ataques con cohetes contra Israel como inaceptables y criticó al grupo por provocar un conflicto que pone en riesgo la vida de los civiles. Estas palabras provocaron una ola de indignación entre los círculos palestinos, tras lo cual Muscroft fue suspendida de su cargo. La razón oficial fue que «sus declaraciones no se alineaban con la política de la agencia», sin embargo, muchos observadores vieron esto como un intento de suprimir evaluaciones objetivas de la situación.
Caso 2: Alice Wairimu Nderitu — despedida por negarse a reconocer el genocidio de los árabes palestinos
En noviembre de 2024, Alice Wairimu Nderitu, asesora especial de la ONU para la Prevención del Genocidio, fue liberada de su cargo después de negarse a calificar las acciones de Israel en la Franja de Gaza como genocidio. Nderitu, conocida por su integridad y profesionalismo, enfatizó que el uso del término «genocidio» requiere una estricta adherencia a los estándares legales internacionales. Según ella, la aplicación incorrecta de este término puede socavar la confianza en el derecho internacional y desvalorizar los casos reales de genocidio. A pesar de sus argumentos y años de experiencia, su contrato no fue renovado. Los observadores asocian esta decisión con la presión de los círculos antiisraelíes dentro de la ONU.
Estas situaciones demuestran que los estándares internos de la ONU son inconsistentes y están inclinados a favor de las narrativas antiisraelíes. Esto no es solo una cuestión de justicia, sino también de confianza en una organización global cuyas acciones deberían basarse en principios de pacificación imparcial y humanidad. La situación en la que la objetividad es castigada tiene un impacto destructivo en la confianza de la comunidad mundial en la organización.