Postsionismo y antisionismo después del 7 de octubre – WZO

Postsionismo y antisionismo después del 7 de octubre

El post-sionismo a menudo se presenta como algo inteligente y progresivo, argumentando que el sionismo cumplió su misión al crear Israel en 1948, y que ahora es el momento de avanzar. Pero después del 7 de octubre de 2023, cuando HAMAS perpetró una masacre, matando a 1200 personas y tomando rehenes, esta idea sonó ominosa. Mientras Israel lloraba a los muertos y luchaba por su supervivencia, el antisemitismo se desbordó más allá de sus fronteras: en los foros de la ONU, campus universitarios, y tuits de celebridades. El post-sionismo, que pretendía «renovar» a Israel, cada vez se solapa más con el antisemitismo, negando el derecho mismo del estado judío a existir. Esto no es solo un debate académico: es una división del mundo judío y combustible para aquellos que justifican el terror. ¿Qué está pasando? ¿Y por qué se requiere de los líderes israelíes no palabrería, sino voluntad?

Photo: Popartic / Shutterstock.com

El post-sionismo no es una teoría abstracta. Es la creencia de que el sionismo se ha agotado y que Israel debe renunciar a su esencia judía en favor de un «estado de todos sus ciudadanos». Las voces de sus adeptos resuenan desde las cátedras universitarias, en los trabajos de «nuevos historiadores» como Ilan Pappe, en círculos izquierdistas-liberales que sueñan con un país sin fronteras nacionales y la Ley del Retorno, que para ellos es un símbolo de una irritante exclusividad. Llaman al sionismo «colonialismo» y condenan el militarismo. Pero después del 7 de octubre, estas ideas trascendieron las aulas, convirtiéndose en parte de una ola antisemita que no solo critica, sino que exige la destrucción de Israel como proyecto judío.

Cuando HAMAS irrumpió en los kibutz, en Israel, las ilusiones de «paz sin armas» se desplomaron. El país se unió ante la amenaza: la supervivencia resultó ser más importante que la filosofía. En el extranjero, el guion fue diferente. La ONU condena a Israel por «uso excesivo de la fuerza», ignorando los cohetes de los terroristas. Estudiantes en Harvard y Londres protestan con lemas de «Libertad para Palestina», sin reflexionar que esa «libertad» trae muerte. The Guardian y Al Jazeera alimentan la histeria, mientras Susan Sarandon, Roger Waters y Greta Thunberg acusan a Israel de «genocidio». El post-sionismo echa leña al fuego: si Israel es un «invasor», entonces HAMAS es «resistencia». Así, las ideas de las salas de conferencias se convierten en justificaciones para la masacre.

Las comunidades judías fuera de Israel se están dividiendo cada vez más. En EE. UU., donde viven 6 millones de judíos, los debates se han convertido en un abismo. Los izquierdistas de Jewish Voice for Peace marchan con antisemitas, marcando a Israel como agresor. AIPAC y los patriotas de Israel resisten ferozmente, viendo esto como un golpe a los fundamentos. La juventud, criada en ideales de igualdad, cada vez más adopta tesis post-sionistas, alejándose del sionismo. En Francia, con sus 440,000 judíos, el antisemitismo se transforma en antisemitismo: en 2024, los ataques aumentaron en un 60%, y la gente oculta su identidad. En el Reino Unido y Canadá, activistas publican listas de «judíos del IDF», insinuando represalias. Algunos se unen alrededor de Israel, otros se alejan, huyendo de las etiquetas.

El peligro aquí no son los debates abstractos. El antisemitismo rechaza abiertamente la existencia misma de Israel, y el post-sionismo, soñando con un «estado para todos» y oponiéndose a la Ley del Retorno, diluye su esencia judía. Juntos, justifican el terror: si Israel es un «ocupante», entonces los asesinos de HAMAS no son criminales, sino «luchadores». Socavan la idea de un hogar nacional, sin el cual no hay ni Israel ni un pilar para la diáspora. Dividen a los judíos, haciéndolos vulnerables ante enemigos, desde «Hezbollah» hasta radicales con carteles. Mientras HAMAS prepara un nuevo golpe y el mundo grita «Israel es culpable», estas corrientes nos privan de la voluntad de resistir.

En tal momento, de los líderes israelíes se requieren no frases rimbombantes, sino acciones. No se puede permanecer inactivo cuando el enemigo está en las puertas y los aliados vacilan. Se necesitan aquellos que no temen llamar a las cosas por su nombre. En 2016, Avigdor Lieberman —puedes amarlo o odiarlo, pero no puedes acusarlo de hablar por hablar— advirtió sobre los planes de HAMAS, proporcionó pruebas, pero fue ignorado. Después del 7 de octubre, exige destruir a los terroristas, no jugar a las treguas. Esta es la voz que insiste: golpear al enemigo y construir alianzas con los árabes contra los radicales. Tal determinación ahora vale su peso en oro.

Después del 7 de octubre, quedó claro: el post-sionismo y el antisemitismo no son solo puntos de vista, sino desafíos a nuestra misma existencia. Dividen a la diáspora, juegan a favor de los enemigos y socavan el derecho a un hogar judío. Israel necesita líderes que no se escondan detrás de discursos, sino que actúen. Mientras discutimos, HAMAS se rearma y el mundo se da la vuelta. Golda Meir una vez dijo: «Queremos vivir. Los enemigos quieren vernos muertos. Esto no deja mucho espacio para el compromiso.» Sus palabras son más relevantes que nunca.

Stra Marina Rozenberg-Koritny, Presidente del Departamento de Promoción de Aliá de la Organización Sionista Mundial, cree: «Hoy vemos cómo el post-sionismo y el antisemitismo erosionan nuestra unidad. No es tiempo para ilusiones de ‘paz para todos’ — es tiempo de proteger nuestro hogar. Israel debe ser fuerte, y los líderes — inquebrantables. De lo contrario, perderemos no solo el estado, sino también a nosotros mismos.»

17 Mar 2025
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