Páginas de la historia: la anulación de la resolución n.º 3379 de la ONU, que equiparaba el sionismo con el racismo
El 16 de diciembre de 1991, la Asamblea General de la ONU anuló la infame resolución n.º 3379 de 1975, que definía el sionismo como una forma de racismo y discriminación racial. Dieciséis años después, con una abrumadora mayoría de votos (111 a favor, 25 en contra), la ONU revisó su posición y reconoció que el sionismo no es una forma de racismo. Posteriormente, en 1998, el Secretario General de la ONU, Kofi Annan, calificó la resolución 3379 como el «punto más bajo» en las relaciones entre Israel y la ONU, señalando que sus efectos negativos son difíciles de sobreestimar.
Sin embargo, en los últimos años, los narrativos antiisraelíes han vuelto a sonar en las declaraciones oficiales de representantes de la ONU. Esto se ha hecho especialmente evidente después de los eventos del 7 de octubre de 2023, cuando terroristas de HAMAS mataron a más de 1200 israelíes y tomaron como rehenes a más de 250 personas. A pesar de estos trágicos hechos y de que HAMAS declara abiertamente su objetivo de destruir Israel, el 14 de febrero de 2024, el Subsecretario General de la ONU para Asuntos Humanitarios, Martin Griffiths, declaró en una entrevista con el canal de televisión británico Sky News: «No consideramos a HAMAS como un grupo terrorista. Es un movimiento político».
La relatora especial de la ONU sobre la situación de los derechos humanos en los territorios palestinos, Francesca Albanese, fue aún más lejos: en sus declaraciones, acusó a Israel de genocidio y llamó a excluir al estado judío de la ONU.
Estos eventos reflejan una preocupante ciclicidad del antisemitismo, que adopta nuevas formas mientras mantiene su esencia. Al igual que en el pasado, cuando acusaciones falsas y decisiones sesgadas fomentaban la difamación de los judíos, la retórica moderna continúa socavando los esfuerzos por garantizar justicia y seguridad para Israel. La historia, lamentablemente, se repite.