Días de alegría y dolor: liberación de rehenes del cautiverio de HAMAS
El regreso largamente esperado Temprano en la mañana del lunes, 13 de octubre, en la Franja de Gaza comenzó la liberación de los últimos rehenes israelíes vivos retenidos por el movimiento HAMAS. Este evento fue el culmen de un acuerdo de paz, negociado con la mediación del presidente de EE.UU., Donald Trump.

La liberación se llevó a cabo en dos fases. Primero, a través del Comité Internacional de la Cruz Roja se entregaron siete personas, luego otras trece. En total, 20 rehenes vivos regresaron a casa — todos los que quedaron vivos después de casi dos años de cautiverio.
Entre los liberados había personas de diferentes edades y destinos. Eran hijos e hijas, padres y abuelas, para quienes 738 días de cautiverio se convirtieron en una prueba al límite de la resistencia humana. Fueron llevados al hospital Sheba en Tel Aviv, donde se encontraron con sus seres queridos por primera vez en muchos meses.
La alegría del reencuentro
Para veinte familias, el 13 de octubre se convirtió en un día de increíble alivio y alegría. Fue el día en que la esperanza que habían conservado todos estos meses finalmente se materializó. Cuando las puertas del hospital se abrieron y pudieron abrazar a sus seres queridos, regresados del infierno.
Estas familias no perdieron la fe. Salieron a las calles, exigieron acciones, recordaron al mundo el destino de sus seres queridos. Lucharon contra la desesperación cada día, aferrándose a cada pequeña noticia, a cada esperanza de negociaciones. Y ahora su lucha ha sido coronada con éxito — sus amados están en casa.
El dolor de los que no regresarán
Pero el 13 de octubre también es un día de profundo duelo. Ese mismo día, HAMAS entregó a Israel los cuerpos de cuatro rehenes fallecidos: Daniel Pérez, Yosi Sharabi, Guy Helez y Bipin Joshi. El proceso de identificación fue llevado a cabo por expertos del instituto de medicina forense «Abu Kabir» con la participación de la policía.
Para las familias de estas personas, el 13 de octubre se convirtió en un día de despedida final e irrevocable. Un día en que la última esperanza fue enterrada junto con los cuerpos de sus seres queridos. HAMAS todavía retiene los cuerpos de otros 24 israelíes fallecidos, y para sus familias, la espera continúa.
Su dolor es de otro tipo — no es la alegría del reencuentro, sino la amargura de la pérdida. No es el alivio, sino el peso de la finalidad. No es un regreso a casa, sino un vacío eterno en familias donde nunca más resonará una voz familiar, nunca más aparecerá la sonrisa de un ser querido.
Contraste de emociones
Estos dos mundos — de alegría y dolor — coexistieron lado a lado el 13 de octubre. En algunas habitaciones del hospital resonaban lágrimas de felicidad y abrazos, en otras — llantos de dolor y desconsuelo. Algunas familias planeaban el regreso a una vida normal, otras se preparaban para funerales.
El cuartel general de las familias de los rehenes incluso exigió suspender el acuerdo con HAMAS hasta que se devolvieran todos los cuerpos de los fallecidos. Para ellos, la paz no puede ser completa mientras sus seres queridos no sean enterrados con dignidad en su tierra natal.
El precio de la paz
La liberación de 20 rehenes vivos fue el resultado de un acuerdo por el cual Israel liberó a unos 2000 prisioneros palestinos. Es un trato que muchos disputan, pero que dio una oportunidad de vida a veinte israelíes.
HAMAS ya no tiene rehenes vivos, pero la tragedia aún no ha terminado. 28 cuerpos todavía permanecen en la Franja de Gaza, y para sus familias, la espera continúa. Representantes del movimiento prometieron transferir gradualmente los cuerpos de los fallecidos, pero cada día de espera es una nueva tortura para los familiares.
Un día que cambió todo y no cambió nada
El 13 de octubre de 2025 entró en la historia como el día de la liberación de los últimos rehenes vivos del cautiverio de HAMAS. Para algunos, es un día de triunfo de la esperanza sobre la desesperación. Para otros, es el día en que la esperanza murió para siempre.
Es un día que demostró que incluso en las circunstancias más trágicas existen matices de gris — alegría y dolor, vida y muerte, regreso y pérdida. Todo esto coexiste en un solo momento histórico, recordándonos el costo humano de cada conflicto y que detrás de cada número hay personas reales, familias reales, destinos reales.
Para 20 familias, la guerra terminó con el regreso. Para otras 28, continúa en una espera interminable de la última despedida.