Antisemitismo en un nuevo empaque: cómo la ideología enmascara el odio
El nuevo antisemitismo progresista y su base social
El moderno antisemitismo «progresista», especialmente extendido en Europa Occidental, se basa en dos grupos clave.
El primer grupo son los intelectuales de izquierda, que tienen una influencia significativa entre las élites europeas y en los medios de comunicación. Para ellos, lo importante no son tanto los hechos verídicos, sino crear una narrativa donde Israel se presenta como un régimen neocolonial que supuestamente comete «genocidio contra los pobres e indefensos palestinos». Este enfoque ignora lo obvio: HAMAS declara abiertamente su objetivo de destruir el estado de Israel.
El segundo grupo son las minorías musulmanas cada vez más influyentes, que en los países de Europa Occidental representan una base electoral significativa para los políticos. Estos representantes de las minorías, invocando la «solidaridad con los palestinos oprimidos», cometen el mayor número de ataques contra judíos, organizaciones judías, escuelas, sinagogas y cementerios. Hay una estrecha interacción entre los intelectuales de izquierda y los representantes de las minorías musulmanas, lo que intensifica el crecimiento de sentimientos y incidentes antisemitas.
La escalada del antisemitismo se manifiesta más agudamente en Francia, lo cual está muy relacionado con la postura de los medios de comunicación.
Le Monde como reflejo del nuevo antisemitismo
En diciembre, el periódico Le Figaro publicó una resonante investigación sobre el lugar del antisemitismo en la cultura editorial de uno de los diarios más influyentes de Francia: Le Monde.
Los materiales de Le Figaro pintan un cuadro devastador de una redacción aplastada por el conformismo ideológico y una cultura tóxica de cancelación. La atmósfera de miedo no deja espacio para puntos de vista alternativos: solo se toleran las opiniones de izquierda y progresistas.
La investigación revela una moralidad donde la rigidez ideológica y la autocensura se han convertido en la norma. En las nuevas oficinas de Le Monde se ha erigido lo que se llama «el muro de Gaza«. Bajo el título «Detengamos el genocidio» se exhiben fotografías de niños y recortes de prensa que transmiten un mensaje unívoco: «No permitas que nadie te diga que comenzó el 7 de octubre de 2023». Declaraciones aún más duras se encuentran en dibujos en inglés: «Esto nunca fue un conflicto, siempre fue un genocidio». Uno de los carteles muestra un aerosol doméstico rociando la bandera palestina, al lado — el eslogan «Libertad para matar», acompañando la imagen de la Estatua de la Libertad con una bandera israelí ensangrentada.
Estos elementos demuestran claramente cómo la redacción no solo permite, sino que también visualmente consolida la retórica radical, convirtiéndola en parte de su identidad.
Hay abundantes ejemplos de tal sesgo. La cobertura del conflicto israelí-palestino silenciaba las atrocidades de los terroristas y tenía un claro sesgo antiisraelí. Incluso los reportajes sobre temas internos, como la inmigración, a menudo se ven a través de una estrecha lente ideológica. En estas condiciones, la conformidad con la ideología dominante se ha convertido en una estrategia de supervivencia para los empleados.
Es notable que Le Monde haya mantenido una línea editorial propalestina durante décadas, pero sus publicaciones recientes han cruzado la línea donde la crítica a Israel se mezcla con el antisemitismo.
Le Monde hoy no es solo un periódico, sino un indicador del estado de la sociedad, donde el dictado ideológico suprime la verdad y el miedo se convierte en una herramienta de control. Lo que comenzó como crítica a la política de Israel se ha transformado en una plataforma para normalizar el sesgo y, en algunos casos, el odio.
Cuando la prensa, destinada a ser un bastión de objetividad, se somete a la rigidez ideológica, deja de ser un defensor de los valores democráticos y se convierte en un espejo que refleja los aspectos más oscuros de la sociedad.
Esta evolución es peligrosa no solo para los judíos, sino para toda Europa, donde bajo la cobertura de ideas «progresistas», se destruye el mismo principio de coexistencia equitativa. Ignorar este fenómeno no es solo un error, sino un paso hacia permitir que los viejos prejuicios adquieran una nueva cara «legítima». Europa ya conoce el precio de tales errores. ¿Podrá evitar repetirlos?
Las palabras del Gran Rabino de la Gran Sinagoga de París, Moshe Sebbag, se convierten en un amargo diagnóstico de esta realidad. Evaluando los resultados de las elecciones a la Asamblea Nacional y el aumento del antisemitismo, declaró: «Hoy está claro que los judíos en Francia no tienen futuro». Su consejo a los jóvenes judíos de emigrar a Israel o buscar un país más seguro suena como una llamada de atención que no se puede ignorar.