En el amplio salón en el norte de Londres, reinaba un ambiente de negocios, pero cálido, reforzado por un soleado día de junio con pocas nubes, recordando el clima israelí.

Los consultores, muchos de los cuales habían sido repatriados en el pasado, respondieron a todo: ¿cómo validar un diploma? ¿Qué escuelas elegir en Jerusalén? ¿Es fácil encontrar trabajo en una startup? ¿En el sector financiero? Uno de los oradores, un ingeniero de Haifa, compartió cómo su diploma británico le ayudó a comenzar una carrera en alta tecnología. Una madre de Birmingham descubrió cómo matricular a su hijo en una escuela en Netanya, y un estudiante de Leeds tomó contactos de cursos de hebreo. Un jefe de familia de los suburbios de Londres, que vino «solo a mirar», se fue con un plan de mudanza: «Pensé que sería demasiado complicado. Resulta que todo es posible».

La sombra del 7 de octubre de 2023, que se llevó 1182 vidas, y el antisemitismo que envenena los campus y las calles, dieron a estas conversaciones una agudeza especial. Una estudiante de Manchester contó cómo el acoso en la universidad la impulsó a tomar una decisión: su lugar está en Israel.

Entre los invitados no solo había judíos británicos, sino también aquellos que habían venido a Londres desde EE. UU., Sudáfrica y otros países, buscando el camino a casa. Esto hizo del Día de la Aliá un cruce de esperanzas, donde nuevos conocimientos e ideas nacieron en conversaciones espontáneas.

El concierto del famoso cantante israelí Idan Raichel fue el último eslabón de este puente: su voz y música entrelazaron los pensamientos sobre la repatriación con el alma de Israel. «La gente vino con preguntas y se fue con planes», señaló Marina Rozenberg-Koritny, jefa del Departamento de Promoción de Aliá de la OSM. El Día de la Aliá demostró: la repatriación no es solo visas y maletas, es el valor de cruzar el puente que lleva a casa.